miércoles, 30 de mayo de 2012
Compañeros os adjunto una hermosa y emotiva carta que nos remite nuestra antigua y futura compañera Isabel.
Espero que la disfruteis tanto como yo lo he hecho
Espero que la disfruteis tanto como yo lo he hecho
“Fin de curso”
Cada
día, a las cinco de la tarde, un goteo de personas que ya no cumplirán los
cincuenta se dirigen, como escolares, a la Casa de la Cultura, para asistir al Aula Permanente de
Formación Abierta de la
Universidad. Todas aligeran las tareas domésticas para llegar
puntuales a clase. Algunas de ellas empezaron el día que se inauguró y aún
continúan enriqueciéndose con los conocimientos que allí se imparten por un
profesorado ilusionado, preparado y
totalmente entregado.
Bajo
el brazo llevan una carpeta; sobre el pecho, colgadas, unas gafas graduadas
para ayudar a sus cansados ojos. Su andar pausado y la espalda un poco
encorvada por el peso de una mochila invisible, que su paso por la vida se
ha encargando de llenar, con fatigas y penas. Pero, a esta generación de la
posguerra, nada ha conseguido arrebatarle sus ganas de vivir.
Desde
mi ventana, sin ánimo de curiosear, las observo. Las conozco a todas porque soy
paisana y sé que solo están mayores por fuera. Son joyas que la vida ha envuelto en papel
arrugado.
No
me gustaría que estas actividades, didácticas, se hayan creado con la
intención, solamente, de entretener a
personas de la tercera edad, para que no se acuerden de las pastillas
que alivian el dolor de sus frágiles huesos (como alguien malicioso podría
pensar). Si así fuera, seria
desconsolador, prefiero pensar, no me importa que me llamen ingenua, que los
mandatarios han querido fundar esta tarea ligada a la universidad para que
muchas de estas personas tengan la oportunidad que en su día no tuvieron y
puedan decir…
-
Estoy en la universidad, soy universitario/a y puedo gozar mientras voy
formando mi intelecto, además me permitiré el lujo de asistir mientras me quede
una neurona con vida, porque ninguna normativa me lo impide…
Algo
que a los de nuestra edad nos parece un privilegio y que da fuerza para sentir
la sangre bullir por las venas y el corazón galopando como si fuéramos jóvenes.
A
la salida de clase todas las caras relumbran sonrientes. Las tardes de nuestro gélido invierno invitan a tomar
chocolate caliente, en una cafetería, mientras se comenta lo bien que estuvo la
clase y el esfuerzo de los profesores por hacernos agradable nuestro
aprendizaje.
Es
fin de curso y es estupendo llegar sin el agobio que ha querido evitar la
dirección de esta universidad, otra, los obligaría a pasar un examen y… eso
fatigaría a este especial alumnado. Ya se encarga el día a día con sus
zancadillas de ponerlos a prueba cada vez que sale el sol.
Con
la voluntad firme de vernos el próximo año, académico, nos despedimos y digo
nos despedimos, porque, aunque yo no asista, a clase, por circunstancias que no
vienen al caso, me siento ligada a este grupo de buena gente y a este proyecto
del que pienso disfrutar cuando mi situación laboral me lo permita. ¡Salud y
suerte amigos/as! Y hasta el próximo curso.
ISABEL
15-05-2012
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