sábado, 13 de noviembre de 2010

MEMORIA DE ACTIVIDADES DEL AULA, MES DE OCTUBRE,JOSEFA MOYA MARTÍNEZ


Memoria de actividades del aula

DOÑA: JOSEFA MOYA MARTÍNEZ




Empieza las clases con tres asignaturas:
 ITINERARIO POR NUESTRO PATRIMONIO que imparte, nuestro coordinador D. JOSÉ MIGUEL CARA.

 LITERATURA ESPAÑOLA, impartida por nuestra directora del AULA DOÑA. CONCEPCIÓN ARGENTE DEL CASTILLO

PSICOLOGÍA a cargo del subdirector del AULA D. JOSÉ MARÍA ROA.

Con la ilusión de siempre, pero esperando el 2º ciclo para una parte del alumnado, empezamos el décimo cuarto curso.
Este año, la Universidad ha tenido a bien solidarizarse en recortar gastos por el tema de la crisis.

La inauguración ha sido bastante sobria. Nuestra directora, Dña. Concha, aprovechó una de sus clases, para al mismo tiempo inaugurar el presente curso, economizando así el gasto de hacer un viaje supletorio exprocesó.

El acto por ser sencillo no dejó de ser emotivo.

Al terminar nos fuimos al casino de Baza a tomarnos un café y unas pastas, por gentileza de la asociación de alumnos.

El Señor Alcalde D. Pedro Peñalver, no pudo asistir al acto de inauguración debido a su apretada agenda. No obstante tuvo la gentileza de venir a saludarnos el día 27 para disculparse, y al mismo tiempo hacernos llegar la noticia siguiente:

Nuestra ciudad, Baza, había sido elegida a nivel de Andalucía para llevar a cabo un programa de SALUD INTEGRAL (o BIENESTAR SOCIAL) que es lo mismo, con resultados más que positivos, sobre el colectivo de mayores, todo ello, gracias al envejecimiento activo, debido en parte al aprendizaje continuo el cual repercute en la calidad de vida y por ende a la salud, y así ha sido reflejado.
Los mayores, practicamos, marchas, ejercicios de yoga, aprendemos cosas nuevas cada día, y así visitamos menos al médico generalista.

Una representación del Aula acompañados de nuestro coordinador, realizamos una visita a la emisora Onda cero. Para promocionar nuestra AULA PERMANENTE  DE FORMACIÓN CONTINUA animando a la gente de Baza y aledaños, a formar parte de ella.

El día 20 tuvo lugar la elección del delegado/a del Aula.
El espacio de presentación de candidatos quedó desierto;
así que votamos por una amplia mayoría al mismo candidato a D. Manuel Contreras que ya tiene experiencia en este cargo, que también desarrolla.



Inauguración DEL  CURSO ACADÉMICO 2010/2011














domingo, 7 de noviembre de 2010

LÍRICA BARROCA ---PROFESORA ---DOÑA EMILIA MARTÍN

                     

CONTEXTO SOCIOHISTORICO
  • Perdida de la hegemonía española
  • Miseria y des población interior
  • Bancarrota del Estado
  • Expulsión de los moriscos
  • Gobierno en manos de validos y delegados político

CORRIENTES

  • Archivo:Luis de Góngora y Argote.jpg
    Luis de Góngora
          CULTERANISMO 



    LUIS DE GÓNGORA

    metáforas, paralelismos, aliteraciones, hipérbatos...



    • CONCEPTISMO



    Francisco de Quevedo














    FRANCISCO DE QUEVEDO



    • Léxico racionalista: lo lógico ante lo emocional
    • Asociación ingeniosa de ideas y palabras
    • Recursos retóricos: metáforas, antítesis, oximoron...






    Archivo:Baltasar Gracián (Graus restaurado).jpg
    Baltasar Gracián




    BALTASAR BRACIÁN














    AUTORES ------- LÍRICA BARROCA

    • Uso de cultismos, hipérbatos, alusiones mitológicas, metáforas
    • poemas populares: romances y letrillas
    • Poemas cultos: Fábula de Polifemo y Galatea, Soledades, Panegírico al duque de Lerma, Fábula  de Píramo y Tisbe
    • Uso de metáforas, sustantivaciones insólitas, juegos de palabras, antítesis, oximoron..
    • Poemas metafísicos, morales, religiosos, amorosos, satíricos y de circunstancias
    • Obras relacionada con su vida: naturalidad y claridad expresiva y pasión por la lírica popular
    • Rimas, Rimas sacras, Rimas humanas y divinas dell licenciado omé de Burguillos

    Lope de Vega y Carpio







     LOPE DE VEGA










    ¡QUE SE NOS VA LA PASCUA, MOZAS,
                QUE SE NOS VA LA PASCUA!
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Mozuelas las de mi barrio,
    Loquillas y confiadas,
    Mirad no os engañe el tiempo,
    La edad y la confianza.
    No os dejéis lisonjear
    De la juventud lozana,
    Porque de caducas flores
    Teje el tiempo sus guirnaldas.
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Vuelan los ligeros años,
    Y con presurosas alas
    Nos roban, como harpías,
    Nuestras sabrosas viandas.
    La flor de la maravilla
    Esta verdad nos declara,
    Porque le hurta la tarde
    Lo que le dio la mañana.
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Mirad que cuando pensáis
    Que hacen la señal del alba
    Las campanas de la vida,
    Es la queda, y os desarman
    De vuestro color y lustre,
    De vuestro donaire y gracia,
    Y quedáis todas perdidas
    Por mayores de la marca.
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Yo sé de una buena vieja
    Que fue un tiempo rubia y zarca,
    Y que al presente le cuesta
    Harto caro el ver su cara,
    Porque su bruñida frente
    Y sus mejillas se hallan
    Más que roquete de obispo
    Encogidas y arrugadas.
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Y sé de otra buena vieja,
    Que un diente que le quedaba
    Se lo dejó este otro día
    Sepultado en unas natas,
    Y con lágrimas le dice:
    «Diente mío de mi alma,
    Yo sé cuándo fuistes perla,
    Aunque ahora no sois caña.»
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!

    Por eso, mozuelas locas,
    Antes que la edad avara
    El rubio cabello de oro
    Convierta en luciente plata,
    Quered cuando sois queridas,
    Amad cuando sois amadas,
    Mirad, bobas, que detrás
    Se pinta la ocasión calva.
    ¡Que se nos va la Pascua, mozas,
    Que se nos va la Pascua!
    Luis de Góngora y Argote, 1582

    ÁNDEME YO CALIENTE
    Ándeme yo caliente
      Y ríase la gente.

     Traten otros del gobierno
    Del mundo y sus monarquías,
    Mientras gobiernan mis días
    Mantequillas y pan tierno,
    Y las mañanas de invierno
    Naranjada y aguardiente,
      Y ríase la gente.
     Coma en dorada vajilla
    El príncipe mil cuidados,
    Cómo píldoras dorados;
    Que yo en mi pobre mesilla
    Quiero más una morcilla
    Que en el asador reviente,
      Y ríase la gente.
     Cuando cubra las montañas
    De blanca nieve el enero,
    Tenga yo lleno el brasero
    De bellotas y castañas,
    Y quien las dulces patrañas
    Del Rey que rabió me cuente,
      Y ríase la gente.
     Busque muy en hora buena
    El mercader nuevos soles;
    Yo conchas y caracoles
    Entre la menuda arena,
    Escuchando a Filomena
    Sobre el chopo de la fuente,
      Y ríase la gente.
     Pase a media noche el mar,
    Y arda en amorosa llama
    Leandro por ver a su Dama;
    Que yo más quiero pasar
    Del golfo de mi lagar
    La blanca o roja corriente,
      Y ríase la gente.
     Pues Amor es tan cruel,
    Que de Píramo y su amada
    Hace tálamo una espada,
    Do se junten ella y él,
    Sea mi Tisbe un pastel,
    Y la espada sea mi diente,
      Y ríase la gente


    Luis de Góngora y Argote, 1581

    AL MOSQUITO DE LA TROMPETILLA
    Ministril de las ronchas y picadas,
    Mosquito postillón, Mosca barbero,
    Hecho me tienes el testuz harnero
    Y deshecha la cara a manotadas.
    Trompetilla que toca a bofetadas,
    Que vienes con rejón contra mi cuero,
    Cupido pulga, Chinche trompetero
    Que vuelas comezones amoladas,
    ¿Por qué me avisas si picarme quieres?
    Que pues que das dolor a los que cantas,
    De Casta y condición de potras eres.
    Tú vuelas y tú picas y tú espantas
    Y aprendes del cuidado y las mujeres
    A malquistar el sueño con las mantas.

    Francisco de Quevedo y Villegas

    PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

    Madre, yo al oro me humillo,
    Él es mi amante y mi amado,
    Pues de puro enamorado
    Anda continuo amarillo.
    Que pues doblón o sencillo
    Hace todo cuanto quiero,
    Poderoso caballero
    Es don Dinero.

    Nace en las Indias honrado,
    Donde el mundo le acompaña;
    Viene a morir en España,
    Y es en Génova enterrado.
    Y pues quien le trae al lado
    Es hermoso, aunque sea fiero,
    Poderoso caballero
    Es don Dinero.

    Son sus padres principales,
    Y es de nobles descendiente,
    Porque en las venas de Oriente
    Todas las sangres son Reales.
    Y pues es quien hace iguales
    Al rico y al pordiosero,
    Poderoso caballero
    Es don Dinero.

    ¿A quién no le maravilla
    Ver en su gloria, sin tasa,
    Que es lo más ruin de su casa
    Doña Blanca de Castilla?
    Mas pues que su fuerza humilla
    Al cobarde y al guerrero,
    Poderoso caballero
    Es don Dinero.



    Francisco de Quevedo y Villegas



    domingo, 31 de octubre de 2010

    LITERATURA ESPAÑOLA LA POESIA LÍRICA EN EL SIGLO XVI ELY EL GÉNERO PASTORIL

      14 octubre
     LA OBRA POÉTICA DE GARCILASO DE LA VEGA


    En los primeros años del siglo XVI, y dentro del conjunto de cambios propiciados por el Renacimiento, surgió un nuevo modo de hacer poesía muy próximo a las expectativas del hombre moderno. De esta revolución poética el líder indiscutible un poeta caballero: 
    Retrato de Garcilaso de la Vega.
     LA OBRA POÉTICA DE GARCILASO


    Garcilaso escribió cuarenta sonetos, cinco canciones, tres églogas, dos elegías y una epístola.

    • Sonetos. El soneto fue inventando por los trovadores provenzales y consolidados por Dante y por Petrarca como núcleo de la lírica amorosa occidental.

    Los sonetos de Garcilaso son ya plenamente renacentistas, aunque en algunos de ellos persisten rasgos de la lírica de cancioneros.

    • Canciones. La canción es una forma poética de origen provenzal. Se emplea para expresar sentimientos apasionarlos. Consta de varias estrofas llamadas estancias, en las que alternan libremente versos endecasílabos y heptasílabos.

    La canción fue introducida en España por Boscán siguiendo el modelo de Petrarca. Entre las canciones de Garcilaso destaca la canción V, en la que Garcilaso creó una nueva forma estrófica: la lira

    • Églogas. Una égloga es una composición poética de extensión variable y estructura dialogada que presenta un ambiente pastoril, Su modelo son las Bucólicas, de Virgilio.
    Las tres églogas de Garcilaso constituyen la cima de su obra poética.

    • Elegías. La elegía es una composición poética de origen griego, En las literaturas modernas no presenta una métrica definida y trata asuntos luctuosos y melancólicos. Las dos elegías de Garcilaso están escritas en tercetos encadenados.
    • Epístola. Una epístola es la versión poética de una carta. La única epístola de Garcilaso trata sobre las amistad y esta a dirigida a Boscán, Escrita en versos libres, su tono es personal y espontáneo.  


    SALICIO:
     ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
    y al encendido fuego en que me quemo
    más helada que nieve, Galatea!,
    estoy muriendo, y aún la vida temo;                60
    témola con razón, pues tú me dejas,
    que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
    Vergüenza he que me vea
    ninguno en tal estado,
    de ti desamparado,                                 65
    y de mí mismo yo me corro agora.
    ¿De un alma te desdeñas ser señora,
    donde siempre moraste, no pudiendo
    de ella salir un hora?
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.              70

      El sol tiende los rayos de su lumbre
    por montes y por valles, despertando
    las aves y animales y la gente:
    cuál por el aire claro va volando,
    cuál por el verde valle o alta cumbre              75
    paciendo va segura y libremente,
    cuál con el sol presente
    va de nuevo al oficio,
    y al usado ejercicio
    do su natura o menester le inclina,                80
    siempre está en llanto esta ánima mezquina,
    cuando la sombra el mondo va cubriendo,
    o la luz se avecina.
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      ¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada,              85
    sin mostrar un pequeño sentimiento
    de que por ti Salicio triste muera,
    dejas llevar (¡desconocida!) al viento
    el amor y la fe que ser guardada
    eternamente sólo a mí debiera?                     90
    ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
    (pues ves desde tu altura
    esta falsa perjura
    causar la muerte de un estrecho amigo)
    no recibe del cielo algún castigo?                 95
    Si en pago del amor yo estoy muriendo,
    ¿qué hará el enemigo?
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      Por ti el silencio de la selva umbrosa,
    por ti la esquividad y apartamiento                100
    del solitario monte me agradaba;
    por ti la verde hierba, el fresco viento,
    el blanco lirio y colorada rosa
    y dulce primavera deseaba.
    ¡Ay, cuánto me engañaba!                           105
    ¡Ay, cuán diferente era
    y cuán de otra manera
    lo que en tu falso pecho se escondía!
    Bien claro con su voz me lo decía
    la siniestra corneja, repitiendo                   110
    la desventura mía.
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
    (reputándolo yo por desvarío)
    vi mi mal entre sueños, desdichado!                115
    Soñaba que en el tiempo del estío
    llevaba, por pasar allí la sienta,
    a beber en el Tajo mi ganado;
    y después de llegado,
    sin saber de cuál arte,                            120
    por desusada parte
    y por nuevo camino el agua se iba;
    ardiendo yo con la calor estiva,
    el curso enajenado iba siguiendo
    del agua fugitiva.                                 125
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
    Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
    ¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
    Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?                  130
    ¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
    de tus hermosos brazos anudaste?
    No hay corazón que baste,
    aunque fuese de piedra,
    viendo mi amada hiedra,                            135
    de mí arrancada, en otro muro asida,
    y mi parra en otro olmo entretejida,
    que no se esté con llanto deshaciendo
    hasta acabar la vida.
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.140

      ¿Qué no se esperará de aquí adelante,
    por difícil que sea y por incierto?
    O ¿qué discordia no será juntada?,
    y juntamente ¿qué tendrá por cierto,
    o qué de hoy más no temerá el amante,              145
    siendo a todo materia por ti dada?
    Cuando tú enajenada
    de mi cuidado fuiste,
    notable causa diste,
    y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo,          150
    que el más seguro tema con recelo
    perder lo que estuviere poseyendo.
    Salid fuera sin duelo,
    salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      Materia diste al mundo de esperanza              155
    de alcanzar lo imposible y no pensado,
    y de hacer juntar lo diferente,
    dando a quien diste el corazón malvado,
    quitándolo de mí con tal mudanza
    que siempre sonará de gente en gente.              160
    La cordera paciente
    con el lobo hambriento
    hará su ayuntamiento,
    y con las simples aves sin ruido
    harán las bravas sierpes ya su nido;               165
    que mayor diferencia comprendo
    de ti al que has escogido.
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      Siempre de nueva leche en el verano
    y en el invierno abundo; en mi majada              170
    la manteca y el queso está sobrado;
    de mi cantar, pues, yo te vi agradada
    tanto que no pudiera el mantuano
    Títiro ser de ti más alabado.
    No soy, pues, bien mirado,                         175
    tan disforme ni feo;
    que aún agora me veo
    en esta agua que corre clara y pura,
    y cierto no trocara mi figura
    con ese que de mí se está riendo;                  180
    ¡trocara mi ventura!
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      ¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
    ¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
    ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?              185
    Si no tuvieras condición terrible,
    siempre fuera tenido de ti en precio,
    y no viera de ti este apartamiento.
    ¿No sabes que sin cuento
    buscan en el estío                                 190
    mis ovejas el frío
    de la sierra de Cuenca, y el gobierno
    del abrigado Estremo en el invierno?
    Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo
    me estoy en llanto eterno!                         195
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

      Con mi llorar las piedras enternecen
    su natural dureza y la quebrantan;
    los árboles parece que se inclinan:
    las aves que me escuchan, cuando cantan,           200
    con diferente voz se condolecen,
    y mi morir cantando me adivinan.
    Las fieras, que reclinan
    su cuerpo fatigado,
    dejan el sosegado                                  205
    sueño por escuchar mi llanto triste.
    Tú sola contra mí te endureciste,
    los ojos aún siquiera no volviendo
    a lo que tú hiciste.
    Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.              210
     
      Mas ya que a socorrerme aquí no vienes,
    no dejes el lugar que tanto amaste,
    que bien podrás venir de mí segura;
    yo dejaré el lugar do me dejaste;               
    ven, si por sólo esto te detienes;                 215
    ves aquí un prado lleno de verdura,
    ves aquí una espesura,
    ves aquí una agua clara,
    en otro tiempo cara,                            
    a quien de ti con lágrimas me quejo.               220
    Quizá aquí hallarás (pues yo me alejo)
    al que todo mi bien quitarme puede;
    que pues el bien le dejo,
    no es mucho que el lugar también le quede.      

      Aquí dio fin a su cantar Salicio,                225
    y suspirando en el postrero acento,
    soltó de llanto una profunda vena.
    Queriendo el monte al grave sentimiento
    de aquel dolor en algo ser propicio,            
    con la pesada voz retumba y suena.                 230
    La blanca Filomena,
    casi como dolida
    y a compasión movida,
    dulcemente responde al son lloroso.             
    Lo que cantó tras esto Nemoroso                    235
    decidlo vos Piérides, que tanto
    no puedo yo, ni oso,
    que siento enflaquecer mi débil canto.

    Nemoroso:

      Corrientes aguas, puras, cristalinas,
    árboles que os estáis mirando en ellas,            240
    verde prado, de fresca sombra lleno,
    aves que aquí sembráis vuestras querellas,
    hiedra que por los árboles caminas,
    torciendo el paso por su verde seno:
    yo me vi tan ajeno                                 245
    del grave mal que siento,
    que de puro contento
    con vuestra soledad me recreaba,
    donde con dulce sueño reposaba,
    o con el pensamiento discurría                     250
    por donde no hallaba
    sino memorias llenas de alegría.

      Y en este mismo valle, donde agora
    me entristezco y me canso, en el reposo
    estuve ya contento y descansado.                   255
    ¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
    Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
    que despertando, a Elisa vi a mi lado.
    ¡Oh miserable hado!
    ¡Oh tela delicada,                                 260
    antes de tiempo dada
    a los agudos filos de la muerte!
    Más convenible fuera aquesta suerte
    a los cansados años de mi vida,
    que es más que el hierro fuerte,                   265
    pues no la ha quebrantado tu partida.

      ¿Dó están agora aquellos claros ojos
    que llevaban tras sí, como colgada,
    mi ánima doquier que ellos se volvían?
    ¿Dó está la blanca mano delicada,                  270
    llena de vencimientos y despojos
    que de mí mis sentidos le ofrecían?
    Los cabellos que vían
    con gran desprecio al oro,
    como a menor tesoro,                               275
    ¿adónde están?  ¿Adónde el blando pecho?
    ¿Dó la columna que el dorado techo
    con presunción graciosa sostenía?
    Aquesto todo agora ya se encierra,
    por desventura mía,                                280
    en la fría, desierta y dura tierra.

      ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
    cuando en aqueste valle al fresco viento
    andábamos cogiendo tiernas flores,
    que había de ver con largo apartamiento            285
    venir el triste y solitario día
    que diese amargo fin a mis amores?
    El cielo en mis dolores
    cargó la mano tanto,
    que a sempiterno llanto                            290
    y a triste soledad me ha condenado;
    y lo que siento más es verme atado
    a la pesada vida y enojosa,
    solo, desamparado,
    ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa.            295

      Después que nos dejaste, nunca pace
    en hartura el ganado ya, ni acude
    el campo al labrador con mano llena.
    No hay bien que en mal no se convierta y mude:
    la mala hierba al trigo ahoga, y nace              300
    en lugar suyo la infelice avena;
    la tierra, que de buena
    gana nos producía
    flores con que solía
    quitar en sólo vellas mil enojos,                  305
    produce agora en cambio estos abrojos,
    ya de rigor de espinas intratable;
    yo hago con mis ojos
    crecer, llorando, el fruto miserable.

      Como al partir del sol la sombra crece,          310
    y en cayendo su rayo se levanta
    la negra escuridad que el mundo cubre,
    de do viene el temor que nos espanta,
    y la medrosa forma en que se ofrece
    aquello que la noche nos encubre,                  315
    hasta que el sol descubre
    su luz pura y hermosa:
    tal es la tenebrosa
    noche de tu partir, en que he quedado
    de sombra y de temor atormentado,                  320
    hasta que muerte el tiempo determine
    que a ver el deseado
    sol de tu clara vista me encamine.

      Cual suele el ruiseñor con triste canto
    quejarse, entre las hojas escondido,               325
    del duro labrador, que cautamente
    le despojó su caro y dulce nido
    de los tiernos hijuelos, entre tanto
    que del amado ramo estaba ausente,
    y aquel dolor que siente                           330
    con diferencia tanta
    por la dulce garganta
    despide, y a su canto el aire suena,
    y la callada noche no refrena
    su lamentable oficio y sus querellas,              335
    trayendo de su pena
    al cielo por testigo y las estrellas;

      desta manera suelto yo la rienda
    a mi dolor, y así me quejo en vano
    de la dureza de la muerte airada.                  340
    Ella en mi corazón metió la mano,
    y de allí me llevó mi dulce prenda,
    que aquél era su nido y su morada.
    ¡Ay muerte arrebatada!
    Por ti me estoy quejando                           345
    al cielo y enojando
    con importuno llanto al mundo todo:
    tan desigual dolor no sufre modo.
    No me podrán quitar el dolorido
    sentir, si ya del todo                             350
    primero no me quitan el sentido.

      Una parte guardé de tus cabellos,
    Elisa, envueltos en un blanco paño,
    que nunca de mi seno se me apartan;
    descójolos, y de un dolor tamaño                   355
    enternecerme siento, que sobre ellos
    nunca mis ojos de llorar se hartan.
    Sin que de allí se partan,
    con sospiros calientes,
    más que la llama ardientes,                        360
    los enjugo del llanto, y de consuno
    casi los paso y cuento uno a uno;
    juntándolos, con un cordón los ato.
    Tras esto el importuno
    dolor me deja descansar un rato.                   365

      Mas luego a la memoria se me ofrece
    aquella noche tenebrosa, escura,
    que siempre aflige esta ánima mezquina
    con la memoria de mi desventura
    Verte presente agora me parece                     370
    en aquel duro trance de Lucina,
    y aquella voz divina,
    con cuyo son y acentos
    a los airados vientos
    pudieras amansar, que agora es muda.               375
    Me parece que oigo que a la cruda,
    inexorable diosa demandabas
    en aquel paso ayuda;
    y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?

      ¿Ibate tanto en perseguir las fieras?            380
    ¿Ibate tanto en un pastor dormido?
    ¿Cosa pudo bastar a tal crüeza,
    que, conmovida a compasión, oído
    a los votos y lágrimas no dieras,
    por no ver hecha tierra tal belleza,               385
    o no ver la tristeza
    en que tu Nemoroso
    queda, que su reposo
    era seguir tu oficio, persiguiendo
    las fieras por los monte, y ofreciendo             390
    a tus sagradas aras los despojos?
    ¿Y tú, ingrata, riendo
    dejas morir mi bien ante los ojos?

      Divina Elisa, pues agora el cielo
    con inmortales pies pisas y mides,                 395
    y su mudanza ves, estando queda,
    ¿por qué de mí te olvidas y no pides
    que se apresure el tiempo en que este velo
    rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
    y en la tercera rueda,                             400
    contigo mano a mano,
    busquemos otro llano,
    busquemos otros montes y otros ríos,
    otros valles floridos y sombríos,
    do descansar y siempre pueda verte                 405
    ante los ojos míos,
    sin miedo y sobresalto de perderte?

                ------

      Nunca pusieran fin al triste lloro
    los pastores, ni fueran acabadas
    las canciones que sólo el monte oía,               410
    si mirando las nubes coloradas,
    al tramontar del sol bordadas de oro,
    no vieran que era ya pasado el día,
    la sombra se veía
    venir corriendo apriesa                            415
    ya por la falda espesa
    del altísimo monte, y recordando
    ambos como de sueño, y acabando
    el fugitivo sol, de luz escaso,
    su ganado llevando,                                420
    se fueran recogiendo paso a paso.